Lo primero que hay que saber es que todo jamón, tanto el serrano, el ibérico o cualquier otro que haya pasado un proceso de elaboración en que se haya salado, secado y madurado, independientemente de su etiquetado, será un jamón curado.
Hay diferencias muy claras entre comprar jamón serrano y cualquier otro tipo de jamón curado. Principalmente porque el correcto etiquetado proporciona información precisa para que adquieras un producto a la medida de tu gusto.
Para elegir un jamón serrano o una paleta de cerdo etiquerado como tal es importante conocer las diferencias que tiene con los jamones curados. Si no conoces estas diferencias al momento de elegir un jamón para tu comida especial, sigue leyendo. Porque en este artículo te describimos esas diferencias que necesitas saber.
Cómo diferenciar el Jamón Serrano del Curado.
Tradicionalmente en España a todos los jamones elaborados de esta manera los llamamos serranos, pero la E.T.G (Especialidad Tradicional Garantizada), etiqueta que deben llevar los jamones serranos, precisamente garantiza un producto bajo unas normas de calidad específicas entre las que se encuentran el espesor mínimo de grasa, que debe ser de 0,8 milímetros o el peso de las piezas antes de su elaboración. También se hace mención al tiempo mínimo de secado, maduración y afinamiento, que siempre va a ser superior a otro jamón curado que no esté etiquetado como serrano. Así mismo, la manera de elaboración tradicional del jamón también es exigida para poder denominarlo serrano.
Ambos tipos de jamón pasan un periodo relativamente breve de salazón, pero después, el proceso de curado del jamón serrano será más largo. Esta pata de cerdo requiere un proceso de curado de mínimo 9 meses, que se puede extender hasta los 24 meses de curación.
Los jamones ibéricos, aun siendo, lógicamente, también curados, tienen su normativa a parte amparados bajo un Real Decreto que puedes leer en este artículo.
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El etiquetado es importante. En el caso del jamón serrano, la normativa ETG (Especialidad Tradicional Garantizada) especifica que el jamón debió ser madurado al menos 9 meses para ser considerado "Bodega"; 12 meses al menos para calificar como "Reserva"; y debe pasar más de 15 meses para ser certificado como Jamón Serrano "Gran Reserva", aunque la inmensa mayoría superan con creces esos tiempos mínimos.
Sin duda, elegir una pata de cerdo con su correspondiente etiqueta E.T.G, autentifica un jamón que ha llevado un proceso que garantiza un método que como resultado da unos jamones de mayor calidad.
A día de hoy, la mayor parte de jamones obtenidos de cerdos de raza blanca, se comercializan bajo las directrices de jamón serrano.
Todos aquellos jamones que no cumplan esos parámetros de elaboración, no podrán ser llamados "Serranos".
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Los más que reconocidos Jamones de Trévelez, que además llevan la etiqueta de I.G.P (Indicación Geográfica Protegida), curados de manera artesanal en el Parque Natural de Sierra Nevada a más de 1500 metros de altura, en la provincia de Granada o los prestigiosos Jamones DOP Teruel.
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